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El Muchacho de la Guitarrita

Movidos por la curiosidad de conocer a uno de los primeros hombres que trajo el Evangelio a Sinaloa, fuimos hasta Bacobampo Sonora. Me acompañaron los hermanos Jesús Arballo, Severiano Soltero y Eduviges Cazares B. Ya una vez estando allí, buscamos al pastor de la Iglesia Apostólica hermano, Elías Leyva. Lo encontramos en el panteón del pueblo sepultando a un miembro de la Iglesia que había fallecido el día anterior. El mismo hermano, después del funeral nos introdujo con Macario Martínez.

Desde el mismo momento en que lo vi me pareció que era una persona amable e instantes después de tratarlo me di cuenta que mis conceptos acerca de su personalidad estaban en lo cierto. Me presente como hijo de Felipe y Marciana de Gaxiola. El hombre se conmovió hasta derramar sus lágrimas, pues inmediatamente vinieron a su mente los años en que él fue pastor de ellos y la manera como juntos se gozaron y lloraron en Verdura, hace ya como cuarenta años. Comprobé además, que es hombre de sentimientos nobles y que junto con su esposa Mercedes, la vida de ambos ha sido de altas y bajas. Pude observar que con todo lo que se ha dicho acerca de su discutida trayectoria, la gente se sigue convirtiendo pues todavía predica con la misma pasión que lo hacía cuando en 1932, visitó Guamúchil, El Salitre, La Unión y otros lugares. Su pluma también escribió la historia, sus manos también sembraron la semilla y sus pies sintieron las piedras del camino. Su garganta, así como su estómago muchas veces no se satisfizo, porque el Evangelio estaba primero que el cansancio el hambre o la sed.

Ya una vez acomodados en la casa pastoral del templo evangélico en donde es pastor, empezó a hablar y nos contó lo siguiente: En el año de 1926 fui designado en la convención de Indio, California, para que junto con los hermanos: Marcial de la Cruz e Isaías Ceceña, viniéramos en calidad de misioneros a México. Mis compañeros se quedaron y yo hice el viaje. Llegue a Navojoa y después me fui para Baromena en donde estaba predicando el hermano Tiburcio Santos, quien vino unos meses antes que yo. No me sentí agusto en Baromena, pues deseaba predicar en un lugar do de la gente no supiera nada del Evangelio. Convine con el hermano Santos en irme a Flor de Canela.

Ya una vez instalado en el nuevo lugar empezó a celebrar cultos e invitar gente. Visitaba además; La Pichiguila y Verdura. Para el año de 1929, la gente se empezó a convertir. Había una Banda de Música en la Flor de Canela y todos los músicos se bautizaron. Les comencé a enseñar himnos y como yo tenía que cantar demasiado fuerte para salirle adelante al grupo musical, caí desmayado por el esfuerzo que hice. A los pocos meses ya teníamos más de 70 hermanos bautizados en esos lugares.

El hermano Felipe Gaxiola B., y su esposa me invitaron a que fuera a Guamúchil para que les predicara a sus familiares. Acepté de muy buena voluntad. El mismo me prestó su caballo y juntos nos trasladamos a Guamúchil. La familia vivía en El rancho y era muy numerosa. Me llamó la atención uno de los muchachos más jóvenes que siempre daba con una guitarrita. Me tocó verlo siempre acompañado de otro joven que no era de la familia y que dijeron se llamaba Pedro Infante. Juntos los vi salir de la casa y hasta tuve la oportunidad de oírlos cantar en dueto. Eran muy populares y solicitados por las muchachas del pueblo, pues les llevaban serenata. Cuando invite a la familia para que me acompañara a un culto al Salitre, el muchacho de la guitarrita fue el primero que aceptó y me dijo: me llamo Maclovio Gaxiola López, para servirle.

Maclovio Gaxiola y Pedro Infante

Era a fines del año de 1932 cuando sucedieron estas cosas y mi estancia allí transcurría rápidamente. Pedro Infante se me perdió de vista, pues el joven Maclovio ya no andaba con él. Ahora se juntaba conmigo y me acompañaba a dondequiera que yo iba, parecíamos Elías y Eliseo. Me hacía muchas preguntas, demostrando con ella interés por aprender las casas de Dios. Poseía una inteligencia bastante avanzada para un muchacho de su edad. No muchos días después, el joven me pidió que lo bautizara. Procedí a hacerlo y bajó a las aguas del bautismo junto con su hermano Donaciano. Me regrese a Verdura y hasta allá fueron a buscarme y en un servicio cerca de Bamoa, recibió el Don del Espíritu Santo.

El muchacho derrochaba entusiasmo y deseaba que yo lo enviara a un colegio bíblico. Constantemente me preguntaba: ¿Cuando me va a mandar al colegio? Yo le respondía: Ya estás en el colegio, aprenderás más en la práctica que si vas allá. Como era mi compañero en el trabajo de la Obra., cuando salíamos a hacer algún servicio a los ranchos me preguntaba: ¿Que vamos a hacer allá? ¿Cómo se va a desarrollar el programa? Yo le respondía, no te preocupes, el Espíritu Santo nos enseñara lo que tenemos que hacer. A pesar de sus escasos 20 años poseía gran visión pues juntos planeamos en publicar un revista, así como compilar los himnos y hacer un himnario. Soñaba también, con establecer un colegio bíblico para preparar a los ministros jóvenes.

Tengo muy presente que durante unos cultos de semana santa, predique del texto donde Cristo dijo: "Sed tengo". Al siguiente domingo durante el servicio, pidió que se le permitiera cantar un himno, se puso de pie, terminó de afinar su guitarrita y empezó a cantar: Sed tengo dijiste mi Señor, Cuando estabas pendiente de una cruz; Esa sed tan inmensa de tu amor, Que tuviste por salvarnos ¡Oh Jesús! (177 de Consolación) Ese creo que fue el primer himno que el compuso y allí comenzó precisamente su carrera de himnologo.

Cuando llegó el momento de buscar una persona para que se hiciera cargo de los hermanos en Guamúchil y el Salitre, no vacilo en iniciarlo en el ministerio y nombrarlo encargado de la Obra en esos lugares. Pues siempre fue muy activo y aspiraba a mayores ideales. Todas las metas que se propuso las alcanzo porque estaba equipado de gran visón que como he dicho, yo admire desde que él se bautizó. Presentí que Maclovio Gaxiola L., sería un grande instrumento en la Obra del Señor y mucho me alegro de que esto haya sido una realidad.

El autor entrevistando a Macario Martínez

Las Románticas Convenciones del Rancho

Los padres del autor fueron los primeros miembros de la familia Gaxiola que se convirtieron a la Iglesia Apostólica, en el año de 1932 cuando radicaban temporalmente en Verdura Sinaloa. Los bautizó el hermano Tiburcio Santos y el pastor de la iglesia era Macario Martínez.

Mi madre inmediatamente después de su conversión empezó a hacer proselitismo por correspondencia con su familia y poco después mi padre llevo al pastor Martínez hasta Guamúchil en donde la familia recibió al predicador con los brazos abiertos y este desde el mismo momento en que llego les empezó a predicar. Una vez que el ministro conoció a los Gaxiola, se dió cuenta que sus almas eran tan fértiles como la tierra en donde vivían y les sembró la semilla del Evangelio. Como necesitaba elementos que le ayudaran a predicar; se dio cuenta que si doctrinaba a los jóvenes hijos de Don Miguel muy pronto se convertirían a la causa que proclamaba. Descubrió que eran buenos músicos y destacados cantantes, además parecían inteligentes. Los muchachos por su parte desde que conocieron al ministro sintieron simpatía por él, pues los atrajo su manera tan fogosa con que predicaba. Le acompañaron por los diferentes lugares en donde hicieron cultos. En un culto de Navidad, celebrado en la Unión cuando el pastor hizo el llamamiento el joven Maclovio sintió el deseo de ser bautizado. Macario y mi padre regresaron a Verdura después de esa muy fructífera visita.

Pocos días después Macario regreso de Verdura esta vez en compañía de mi madre y les continúo predicando. Pronto el mensaje de Dios recibió respuesta y mi tío Maclovio y su hermano Donaciano fueron bautizados el 31 de diciembre de 1932 a las seis de la mañana. Las aguas del rio Evora estaban frías pero eso no importaba con tal de que sus pecados fueran perdonados. La hora tan indispuesta fue debido a que los muchachos se decidieron hasta que Martínez y mi madre iban a regresarse a Verdura en la Punta de Fierro que salía ese día a las 7 de la mañana.

Ese mismo día en que fue bautizado comenzó por decirlo así su ministerio nuestro ilustre desaparecido, pues junto con su hermano Donaciano, fueron hasta otro rancho vecino e hicieron un culto por su cuenta dirigido por nuestro insigne personaje. A los días siguientes anduvieron recorriendo los lugares que visitó Martínez, celebrando actividades del mismo carácter. Fueron hasta Verdura y estando en un culto cerca de Bamoa, el novicio aspirante al ministerio recibió el Don del Espíritu Santo, cinco días después de su bautismo en agua o sea el 5 de enero de 1932.

El hermano Macario viendo la necesidad de contar con un compañero en el ministerio regresó otra vez al rancho en donde hacían cultos todas las noches y allí mismo procedió a iniciarlo en el ministerio el 1 de abril de 1933. También recibió de Martínez el nombramiento de encargado de la Obra en Guamúchil y alrededores. Con mayores ímpetus el ya nuevo ministro se lanzó a predicar no nomás en el rancho sino por todos los pueblos vecinos. En El Salitre bautizó a la primera persona una señora de nombre Margarita Vda. de Tapia.

Durante el día trabajaba en las labores del rancho y en las noches predicaba casi siempre hasta ya muy avanzadas horas. Una ocasión en que junto con otros hermanos regresaban de un culto en El Salitre, mientras caminaban y rendido por el sueño se cogió del brazo de uno de los acompañantes y camino dormido cerca de 4 kilómetros. Al suceder eso, los hermanos acordaron que ya no debía trabajar en el rancho y lo ayudaron para que de allí en adelante solamente dedicara su tiempo a atender la Obra de Dios.

Entre las personas que él bautizó en Guamúchil en esa época, había una señora de nombre María que vivía por la calle Independencia. Su esposo de ella llamado Román sintió grande disgusto y juró matar al joven pastor. Investigó que este andaba para El Salitre y ocultándose bajo las sombras de una negra noche, se parapetó de unos árboles y allí en el camino le esperaba provisto de un rifle. Pero la intervención de Dios, la nerviosidad de Don Román y la obscuridad de la noche impidieron que cumpliera sus nada de buenos propósitos. Cuando el grupo se acercaba, de repente sonó un disparo y al voltear rumbo a los arboles un hombre sangraba de una mano y se quejaba. Cuando fueron a auxiliarlo, confesó que al tratar de acomodarse para dispararles, el rifle inexplicablemente se disparó solo. Al pobre Don Román se le secó la mano y mi tío siguió bautizando gente.

La iglesia siguió extendiéndose y junto con sus hermanos; Donaciano, Melesio y Miguel y los también hermanos: Sabas y Filiberto López iban por todos los lugares llevando las Buenas Nuevas y el Señor se manifestaba con ellos por medio de sanidades y milagros. Cuando visitaban un lugar llamado El Palmar de los Sepúlveda, había una hermana que ya tenía tres días en la cama. Cuando su hija le aviso que iban llegando los hermanos: ella salta de su lecho y se incorporó completamente sana, les hizo comida y los hospedó.

ROMANTICAS CONVENCIONES QUE YA NUNCA VOLVERAN...

La primera convención de la Iglesia Apostólica en el distrito de Sinaloa, se celebró en la Flor de Canela en el año de 1935. De allí en adelante las demás han sido en Guamúchil, salvo dos excepciones. Quien esto escribe, conserva gratos recuerdos de esas fiestas desde 1940 en que era un pequeño niño. En estas reuniones había cuatro cosas principales: Oración, Música, Comida y Gente.

Caminábamos entre un mar de personas que de rodillas hacían oración y hablaban en otras lenguas. Era un verdadero Vía-Crucis, transitar entre aquel rio humano que postrados fervorosamente clamaban a Dios. No les importaba ni las burlas de muchos curiosos, ni tampoco las piedras que estos les lanzaban. Los instrumentos musicales se contaban por docenas. A la hora de los cultos parecía que estaba tocando una sinfónica. A la orquesta de los hermanos Gaxiola se unían músicos de otros lugares, como los hermanos Avalos de Nayarit y el hermano Palemón Bojórquez que tocaba una diminuta flauta que como era hombre corpulento casi no se le miraba. Las comidas se servían gratuitamente. Mi hermano Manuel recogió una vez las gallinas que se iban a sacrificar y contó 267. No había mesas que pudieran contener a tantos comensales, pero ellos las improvisaban utilizando cajones, troncos de árboles, piedras y ladrillos para devorar los suculentos platos de cocido que les servían. No era raro ver mezclados entre los hermanos a personas renombradas de Guamúchil como a Don Patricio Macon, Poncho Diaz, Lupita Villaverde y otras más que gustosamente cooperaban y participaban en las fiestas. Era tan grande la demanda de tortillas que mi tío Miguel, al notar que las cocineras no se daban abasto invirtió una máquina de hacer tortillas que aunque las hacia cuadradas no importaba, pues el sabor era lo que valía. Cerca del auditorio como a unos 300 metros estaba el rio. La suave arena hacía las veces de una fresca y blandita cama.

Una ocasión al terminar una de esas románticas convenciones, fueron un grupo de ministros a una peluquería y entre el grupo iba el hermano Nachito Mariscal. Cuando estaban en el local, comentaban que 1a fiesta los había dejado bastante cansados. Unos decían que se sentían adoloridos de los brazos, otros de todo el cuerpo. En eso habló el hermano Nachito cuando lo estaban rasurando y dijo que el también había batallado mucho para ponerse los zapatos cuando se levantó, no le cabían porque tenía hinchados los pies. En eso los ojos de todos se clavaron en los pies del hermano y descubrieron la razón de porque tuvo dificultades para ponerse los zapatos: se los había puesto al revés, pues cuando se levantó estaba muy obscuro.

No Desmaye, Hermano Celestino >>